Que las sillas de playa y el piscolabis dispuesto sobre una mesa plegable no lleven a engaño. Es sábado por la tarde y los vecinos de Miraflores de los Ángeles debaten en asamblea sobre los problemas del barrio y del país. De la falta de limpieza en las calles a los abusos de los bancos, pasando por el desempleo y con un parón momentáneo causado por un balonazo de los chavales que juegan al fútbol en la misma plaza. Es lo que tiene compartir el espacio público...
Desde que se levantaron las acampadas del 15-M en el centro de las ciudades después de las elecciones municipales, imágenes como la descrita se han vuelto habituales en muchos barrios. En Málaga capital se cuentan ya once asambleas repartidas por otras tantas zonas: Carretera de Cádiz, Ciudad Jardín (que tiene dos, una en Jardín de Málaga y otra en Parque del Sur), Churriana, Nueva Málaga-Miraflores, Cruz de Humilladero, Palma-Palmilla, Puerto de la Torre-Teatinos, Trinidad-Bailén-Perchel, Centro-Cruz Verde-Capuchinos y Málaga Este-El Palo. Casi todas se celebran los sábados para facilitar la participación vecinal y su número de asistentes suele rondar el medio centenar.
El traslado del movimiento de 'indignados' desde el centro de las ciudades a los barrios no ha sido solo geográfico; también representa el paso de las grandes consignas ideológicas a las pequeñas batallas del día a día: movilizarse por un nuevo centro de salud, impedir el embargo de una familia o montar un huerto urbano. Las asambleas del 15-M en los distritos intentan refundar el movimiento vecinal y recuperar el espíritu del ágora o la plaza pública, que al fin y al cabo estuvo en los orígenes de la democracia. «No hay un cheque en blanco que diga que esto vaya a funcionar, pero es algo nuevo y poderoso. La gente se ha hecho refractaria a los cauces tradicionales de participación política, pero acoge con ilusión esta nueva forma de encontrarse y de implicarse en la vida del barrio», opina Hugo Rodríguez, de la asamblea de Ciudad Jardín.
Diferentes sensibilidades
Gente joven, mayores e incluso niños. Universitarios, obreros y desempleados. En las asambleas de barrio caben todos. «Aquí converge gente que viene de asociaciones de vecinos, de sindicatos, de los partidos de izquierda tradicional o de ningún sitio», explica Rodríguez. En una de las últimas asambleas celebradas en Teatinos, por ejemplo, participó un catedrático de la Universidad que dio una charla sobre la historia del movimiento obrero en Málaga. Tal variedad de sensibilidades provoca que los debates sean intensos... y largos. «La gente participa mucho, así que las reuniones suelen durar dos o tres horas. Siempre tenemos que cortar para poder irnos a comer», confiesa Omar García, estudiante de 'Teleco' y miembro del 15-M en la zona universitaria.
Con una media de seis asambleas celebradas ya en casi todos los barrios de la ciudad, ha dado tiempo de pasar de las palabras a los hechos. Para ello se sigue el sistema ideado en las acampadas del 15-M: la creación de comisiones donde la toma de decisiones es horizontal y democrática. Entre las acciones que han empezado a desarrollarse conviven las de reivindicación de mejoras para los barrios con las destinadas a mejorar la convivencia.
Así, uno de los proyectos que comparten todos los colectivos es la creación de huertos urbanos. El barrio más adelantado es el de Trinidad-Perchel, cuyos vecinos ya han empezado a acondicionar un solar abandonado. En los demás distritos todavía se está buscando el lugar adecuado. «No se trata solo de plantar lechugas y tomates; se trata de crear un espacio de participación y trabajo colectivo. Es la comisión a la que más gente se ha apuntado», afirma el representante de la asamblea de Teatinos. En esta zona también se ha planteado la creación de un banco de tiempo donde los vecinos se intercambien favores: reparar un lavabo a cambio de recibir clases de inglés, por ejemplo. «Estamos empezando por apuntar las actividades a las que se ofrece cada miembro», apunta Omar García.
Por su parte, Ciudad Jardín, uno de los barrios de Málaga donde la presencia del 15-M es más activa -ya se han formado dos asambleas-, contará pronto con un periódico vecinal elaborado por los integrantes de su asamblea de 'indignados'. «Queremos que sea una plataforma de libre expresión del vecindario y, a la vez, dar cobertura a las actividades impulsadas desde la asamblea», explica Hugo Rodríguez. La iniciativa tiene incluso el respaldo de algunos comerciantes, que se han comprometido a sufragar los gastos de imprenta con publicidad.
Lograr la simpatía de los vecinos y negocios del barrio es un objetivo imprescindible para este recién nacido movimiento social. Y a diferencia de los conflictos entre empresarios e 'indignados' que mostraban los medios de comunicación durante las acampadas, los representantes de las asambleas de barrio destacan el apoyo que reciben de los pequeños empresarios. «Hemos tenido más aceptación de la que preveíamos, incluso nos dejan más baratas las fotocopias», afirma Pepe Caro, de la Carretera de Cádiz. «Los bares de la plaza donde nos reunimos nos prestan sillas para que nos podamos sentar y muchas tiendas reparten nuestros folletos», añade el representante de Ciudad Jardín. Por su parte, la asamblea de Miraflores ha optado por repartir «limonada para la gente indignada» cada sábado en el mercadillo con el fin de propiciar el diálogo con comerciantes y vecinos.
Demandas concretas
La colaboración con las asociaciones de vecinos forma parte de la filosofía de acción del movimiento 15-M en los distritos. «Nuestra función no es solo reivindicar lo nuestro, sino unirnos a colectivos que ya estaban luchando por mejorar los barrios», afirma Antonio Ruiz, de Miraflores-Nueva Málaga.
Y es que las asambleas comparten muchas reivindicaciones clásicas de las organizaciones vecinales, como son la falta de espacios culturales y deportivos, servicios sanitarios y limpieza en los barrios de la ciudad. Así, en Churriana hace unos días la asamblea de 'indignados' se sumó a la manifestación vecinal para exigir un servicio de urgencias 24 horas y en Teatinos se ha creado una comisión que estudiará acciones legales y movilizaciones contra las torres de alta tensión que cruzan el barrio. El colectivo de Carretera de Cádiz, por su parte, planea una acción reivindicativa para llamar la atención sobre la suciedad de las playas y se prepara para frenar el desahucio de una familia senegalesa con tres hijos. Como decía el lema de otro movimiento social, el de la anti-globalización, «Piensa global, actúa local».