Un accidente laboral ha matado a Eugenio Tejada Sánchez de 58 años, casado
y padre de cuatro hijos. Ocurrió ayer, 10 de enero de 2008, a las 4 de la tarde en
Arenas (Málaga).
Murió mientras trabajaba vaciando el volquete del camión de una empresa de
excavaciones con sede social en El Morche (Málaga). La maniobra que le costó la vida
la realizaba múltiples veces a lo largo de la jornada con la mayor premura posible bajo
la presión de las exigencias de producción demandadas por la empresa, lo que, como
en otras ocasiones, ocasionó que arriesgara demasiado acercándose al borde del
barranco con el consiguiente peligro que supone... y que en esta ocasión tuvo tan
trágicas consecuencias quedando atrapado en la cabina de su vehículo después de que
este se precipitara.
Desde nuestro sentimiento más profundo como trabajadoras y trabajadores, nos
queremos unir al inmenso dolor de sus familiares y allegados. Al mismo tiempo
queremos expresar la rabia y la impotencia que sentimos, como hombres y mujeres del
mundo obrero, como cristianos, ante la terrible realidad de la siniestralidad laboral.
Hoy en día se dispone de los adelantos y la tecnología suficientes para remediar esta
injusta sangría en la vida y la salud de los trabajadores y trabajadoras. Pero mientras
el trabajo humano esté sometido a la única lógica del máximo beneficio; mientras la
productividad y la competitividad se potencien a costa de degradar las condiciones
de trabajo; la flexibilidad laboral (geográfica, horaria, salarial y contractual) se
constituya en la aspiración suprema de nuestro modelo productivo; la
subcontratación y la precariedad sean instrumentos ordinarios para ahorrar costes
en empresas y Administración; los trabajadores y trabajadoras seguiremos pagando
con nuestras vidas y nuestra salud la irracionalidad de un sistema que condena a la
persona humana a ser un mero instrumento de producción, una cosa, una máquina...,
la pieza más débil, indefensa y amenazada de la diabólica cadena productiva.
"La solidaridad nos ayuda a ver al 'otro' - persona, pueblo o
nación- no como un instrumento cualquiera para explotar a poco
coste su capacidad de trabajo y resistencia física,
abandonándolo cuando ya no sirve, sino como un 'semejante'
nuestro ( ) para hacerlo partícipe, con nosotros, del banquete
de la vida, al cual todos los hombres son igualmente invitados"
(Sollicitudo rei sociales, n. 39)
Para los cristianos, seguidores de Jesucristo, para la Iglesia, la dignidad, la salud y
la vida de cualquier trabador o trabajadora valen más que todo el oro del
mundo. El valor del trabajo no reside en su rentabilidad económica, ni siquiera en el
producto o servicio que genera; radica en la persona que lo realiza, imagen e hija de
Dios, que quiere que el trabajo sea para la vida, y no al contrario. Por eso, también
nosotros, trabajadores y trabajadoras cristianos, debemos velar y luchar por esa vida,
por esa dignidad.
¡El trabajo es para la vida! ¡Ni un muerto más!
Málaga, 11 de enero de 2008
www.diocesismalaga.es/hoac