lunes, 15 de agosto de 2011

Cerca de 60.000 malagueños salen adelante sin trabajo y sin prestación por desempleo

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MÁLAGA

Cerca de 60.000 malagueños salen adelante sin trabajo y sin prestación por desempleo

El apoyo familiar y la ayuda de los servicios sociales y asociaciones, únicos recursos para uno de cada tres parados en la provincia

16.08.11 - 01:37 -
 
Roberto López es uno de tantos malagueños que durante años cayeron bajo el embrujo del 'boom' inmobiliario. Las cosas le iban bastante bien trabajando en la construcción, con un buen sueldo que le permitió sustituir su viejo Ford Fiesta por un Audi y su piso de la Carretera de Cádiz por un chalé en Alhaurín de la Torre. Pero el panorama empezó a cambiar hace tres años. Su mujer perdió el trabajo y, a los pocos meses, él también pasó a engrosar las listas del paro. «Al principio me lo tomé con cierta calma porque tenía 14 meses de desempleo por delante y confiaba en encontrar otro empleo», relata. Pero no fue así. «Lo único que me sale son cuatro chapuzas. Si conseguimos pagar la hipoteca es gracias a la ayuda de la familia», reconoce abatido este padre de dos hijos que, con 45 años recién cumplidos, se encuentra con un futuro laboral cada vez más incierto mientras las facturas se acumulan mes a mes. «No sé cómo vamos a salir adelante», se lamenta Roberto, quien desde febrero es uno de los cerca de 70.000 parados de la provincia que no reciben ningún tipo de prestación por desempleo (contributiva o asistencial), la mayoría porque la han agotado y otros, porque no han cotizado lo suficiente a la Seguridad Social. A partir de ahí, los pilares para subsistir se limitan casi de forma exclusiva al respaldo de los allegados y a las ayudas que ofrecen los servicios sociales de los ayuntamientos y las organizaciones sin ánimo de lucro.
La última radiografía del mercado laboral ha rebajado la cifra de desocupados por cuarto mes consecutivo gracias al turismo, pero aún hay 173.981 malagueños que siguen esperando un contrato. De ellos, 105.000 constan como beneficiarios de prestaciones por desempleo (contributivas y asistenciales), a los que hay que sumar los 10.900 que perciben el subsidio agrario en las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Para el resto (un tercio del total), la situación se complica, sobre todo una vez que agotan el colchón que supone el subsidio, una ayuda de 426 euros con una duración inicial de seis meses prorrogables hasta un máximo de 18 y, en algunos casos hasta 24 e incluso 30 en función de la situación de cada familia. No es una fortuna, pero a muchos les da para ir tirando, aunque bien distinto es en los casos de familias con menores a cargo y una hipoteca de por medio.
«Hay un gran número de personas que eran trabajadores de clase media y ahora están en riesgo de exclusión social porque no tienen ningún tipo de ingresos», advierte el secretario provincial de CC OO, Antonio Herrera, quien incide en que «cada vez son más los que se ven resignados a depender de sus padres o de la pensión de los mayores para salir adelante». De hecho, el número de parados malagueños que han agotado la prestación de desempleo se ha duplicado en poco más de un año.
 
Familias en problemas
Los estragos que está causando la crisis se resume en una realidad que no deja lugar a dudas. Los servicios sociales comunitarios están desbordados. Sólo en la capital, en los últimos tres años se han registrado quince mil nuevos expedientes de familias que acuden para intentar salir adelante.
Idénticas circunstancias se dan en las asociaciones que ofrecen alimentos. Además, los indigentes ya no son los únicos que acuden a estos organismos en busca de ayuda. De esta situación también dan buena cuenta en Cáritas. «Nos llegan casos realmente dramáticos de familias en las que ningún miembro tiene trabajo y no perciben ningún tipo de ayuda. Esa situación no se daba antes», afirma el trabajador social Luis Ventura, testigo directo de cómo en los últimos años ha cambiado el perfil de las personas que pasan necesidades. «Vienen muchas familias que no pueden hacer frente a la hipoteca, y también otras que al quedarse sin trabajo no pueden pagar el alquiler y se ven en la calle», comenta.
Situaciones igual de duras se viven en el puesto de la asociación Ángeles Malagueños de la Noche, que cada jornada reparte mil bocadillos, yogures y leche a personas sin techo. «En los tres años que llevamos aquí hemos visto de todo», reconoce el presidente del colectivo, Antonio Meléndez, quien asegura que «cada vez es más larga la cola de quienes vienen a por comida». Además, la labor nocturna de estos voluntarios se completa una vez a la semana con el reparto de alimentos a familias para que puedan preparar algo a sus hijos.
«Hay muchas personas que eran trabajadores de clase media y ahora están en riesgo de exclusión social».
«En los tres años que llevamos repartiendo comida hemos visto de todo. Hay dramas muy fuertes y por eso estamos aquí, luchando para que al menos tengan algo para llevarse a la boca».
«Cada vez vienen en busca de ayuda más familias que se quedan sin prestaciones, una situación que hace unos años no se daba».