sábado, 24 de noviembre de 2007

Adiós a los almacenes Félix Sáenz

Vendedores pioneros. Adiós a los almacenes Félix Sáenz
 
 
El cierre. Los ex empleados de Félix Sáenz, delante del edificio de los antiguos almacenes.  
 
Manuel Tekchan, Juan Ariza y Antonio García recuerdan toda una vida de trabajo en el popular comercio que ahora echa el cierre para siempre
 
ALFONSO VÁZQUEZ En Félix Sáenz había un equipo de profesionales del comercio como yo creo que no quede", resalta Antonio García, de 47 años, que ha estado casi dos décadas trabajando en ´el almacén de los malagueños´. Juan Ariza, de 54 años, entró con 15 a trabajar en la tienda. A la misma edad, en 1971, lo hacía Manuel Tekchan, hoy con 52 años.
Los tres experimentados empleados se juntaron esta semana en el desmantelado edificio de la plaza de Félix Sáenz, en el que han trabajado desde su adolescencia y juventud y del que han salido "sin un duro", como subraya Antonio García.
Y eso que estos tres experimentados vendedores dieron todo por la tienda. "El ambiente de trabajo era muy bueno, no mirábamos el dinero sino lo bien que lo pasábamos", confiesa Juan Ariza. Cuando entró a trabajar en Félix Sáenz, hace casi 39 años, lo hizo en la sección de plásticos, una de las más importantes del almacén. "En Félix Sáenz había de todo: departamento de señoras, de niños, de juguetes, buffet restaurante, camping-playa, sección de discos...", recuerda.
Luego pasó a la sección de algodones, "que en aquella época era la que más vendía porque eran piezas de sábana y mantelería para todos los hoteles de la Costa", explica.
Manuel Tekchan recuerda que la formación de un vendedor de Félix Sáenz no se puede comparar con el de ningún comercio de Málaga: "Nosotros vendíamos, cobrábamos, envolvíamos, asesorábamos al cliente...". Manuel comenzó a trabajar en Félix Sáenz cobrando 750 pesetas. Como el horario en los almacenes le permitía continuar los estudios, Manuel dio el paso. "Los almacenes Félix Sáenz tenían más empaque que los Almacenes Mérida, Gómez Raggio o Álvarez Fonseca y además teníamos un equipo humano impresionante", relata.
En Navidad, la época más boyante de público, los empleados forzaban la máquina y tras cerrar a las 11 ó 12 de la noche, el último día preparaban las rebajas, quedándose a trabajar hasta el amanecer. La dura jornada solía concluir en casa Aranda con unos churros de desayuno.
En los mejores tiempos, los almacenes llegaron a contar con 300 empleados. "Eran famosas las comidas que hacíamos en la venta del Túnel. Luego regresábamos al trabajo", destaca Manuel Tekchan.
La llegada de El Corte Inglés en 1979 no pareció afectar a Félix Sáenz: "Fue un año con muchas ventas", recuerda Juan Ariza. En 1982 llega la ampliación de los almacenes, que contaban entonces con la planta baja y en la primera planta, con parte de la sección de confección. Todo el edificio se convierte entonces en un gran almacén.
Las vacas flacas se manifiestan en 1993, cuando los empleados, entonces 180, se quedan en 50. "Los que nos quedamos estuvimos entonces siete años trabajando siete horas y media semanales gratis", recuerdan los empleados.
Fue el primer paso hacia la decadencia comercial: en 2002, los propietarios venden el edificio de la plaza de Félix Sáenz y tres años más tarde, casi una veintena de empleados supervivientes se traslada a la calle San Juan.
Ahora que ha llegado el cierre definitivo, los empleados quieren desmentir un rumor que consideran infundado: el que los trabajadores no quisieran continuar con el negocio. "Lo que pasó es que nos dijeron que iban a despedir a seis de nosotros por motivos económicos y decidimos defendernos y poner una demanda de autodespido", explican.
El caso es que, aunque los propietarios también barajaron nuevos planes de expansión, decidieron cerrar el negocio.
El futuro es siempre incierto, Manuel Tekchan asegura que él y sus compañeros se ven "jóvenes pero con mucha antigüedad". Todavía no han tenido tiempo de buscar trabajo. Juan Ariza comenta que en el INEM le han apuntado de conserje, "por si hace falta".
"Nosotros no tenemos otra experiencia, yo no sé más que vender, no he pasado por otro sitio. Con 50 años, no te vas a meter a mecánico", confiesa Manuel.
Antonio García contempla el comercio con algo de pesimismo. "Ahora ha quedado para niñas muy jóvenes, que mientras encuentran otra cosa les pagan 600 ó 700 euros".
Los tres compañeros aseguran que la experiencia que han adquirido en Félix Sáenz les ha dado una formación incomparable.
El último día que abrió Félix Sáenz, el pasado 19 de noviembre, los clientes de una cooperativa del SAS, "los mejores que hemos tenido de toda la vida", explica Juan Ariza, se abrazaron llorando a los empleados (y también amigos). "El único coraje que me queda, después de tantos años trabajando en el mismo sitio es que te vayas de esta manera, sin un duro", resalta Antonio. "Pero la vida sigue y no nos vamos a venir abajo", explica Manuel. Mucha suerte a todos.