jueves, 18 de noviembre de 2010

Detectan un nuevo catálogo de alergias surgidas en el lugar de trabajo


Detectan un nuevo catálogo de alergias surgidas en el lugar de trabajo

La unidad de asma ocupacional de Carlos Haya trata a unos 200 pacientes con patologías causadas por maderas, tintes, harinas o pinturas

19.11.10 - 01:50 -
Empieza con un molesto picor de nariz. Después vienen los estornudos, la tos... Un resfriado que no se acaba de curar. El paciente se preocupa cuando aparece el asma y acude al médico. En ese momento, pueden haber pasado años desde que notó los primeros síntomas. Y lo normal es que transcurra bastante tiempo más antes de saber cuál es el origen de su dolencia, porque las pruebas convencionales de alergia no darán resultado con él. La causa de su problema no es el polen, los ácaros ni el pelo de gato. Lo último que se imaginan muchos afectados de asma ocupacional es que el detonante de su enfermedad está en su puesto de trabajo: la harina, la pintura o la madera que manipulan cada día.
La unidad de patología respiratoria ocupacional que puso en marcha en 2007 el Complejo Hospitalario Carlos Haya está ayudando a catalogar todo un nuevo abanico de alergias relacionadas con el desempeño laboral. Según la doctora Paloma Campo, responsable de este departamento junto al jefe del servicio de alergología, Miguel Blanca, «se calcula que entre el 5 y el 10% de los casos de asma en adultos tienen un origen profesional».
Campo llegó a Málaga proveniente de Estados Unidos, donde había pasado varios años investigando el asma ocupacional, para ponerse al frente de una iniciativa pionera que en sus tres años de historia ha estudiado y tratado a unos doscientos pacientes. «Es una enfermedad infradiagnosticada porque muchos afectados no acuden al médico, y los que lo hacen no suelen creer que sea relevante informar de dónde trabajan», explica la doctora.
Panaderos, carpinteros, pintores y peluqueros son los profesionales más afectados por el asma ocupacional. Su enfermedad se origina cuando la materia prima con la que trabajan cada día -harina, pintura, madera o tintes- se vuelve su enemiga. «Tenemos pacientes que llevaban veinte años sufriendo este problema sin ser diagnosticados y, en estos casos, ya existen secuelas pulmonares irreversibles», explica Paloma Campo, que destaca la importancia de avanzar en el diagnóstico temprano del asma ocupacional. «Cuanto más tiempo pase el paciente sin tratamiento y en contacto con la sustancia que le da alergia, peores son los síntomas», afirma.

Diagnóstico
En el caso de las maderas o las pinturas, existe un factor que complica aún más el diagnóstico: se trata de sustancias irritantes, por lo que se suelen considerar normales síntomas como la rinitis o la tos. Precisamente para poder diferenciar en qué casos la reacción a estos materiales es simplemente irritativa y en cuáles existe un componente alérgico, el equipo liderado por Miguel Blanca y Paloma Campo ha invertido buena parte de sus esfuerzos en mejorar las herramientas diagnósticas. «Todavía no se comercializan 'tests' para este tipo de sustancias, así que hemos tenido que desarrollarlos nosotros», explica la alergóloga. «Tenemos una paciente que trabaja en una tienda de especias y es alérgica al azafrán. Le tuvimos que pedir que se trajera una muestra para poder hacerle las pruebas», añade a modo de ejemplo.
Además de contar con la colaboración permanente de la Fundación Imabis, el servicio de alergología ha recibido ayuda de la Facultad de Ingenieros Agrónomos de Madrid para conseguir aislar las proteínas de la madera con potencial alergénico. Un proyecto cuyos resultados se han presentado ya en varios congresos médicos en Europa y EE.UU.
La unidad que dirige Paloma Campo -ubicada en el Hospital Civil y formada por una decena de profesionales entre médicos, enfermeros e investigadores de Imabis- también está desarrollando un proyecto en el Consorcio Escuela de la Madera, ubicado en Córdoba, que tiene como fin estudiar cómo va reaccionando el organismo ante el contacto continuado con la madera. Doscientos alumnos de este centro de formación profesional están participando en la investigación. «Una de las conclusiones que hemos extraído es que casi la mitad de las personas que se exponen a este material acaban desarrollando síntomas respiratorios», explica la alergóloga.
Campo anima a los trabajadores que sufran rinitis o asma y sospechen que pueda estar relacionada con su profesión a acudir a su doctor de cabecera o a su médico de empresa, quienes podrán derivarles a su departamento para iniciar el estudio de su caso.
Pero ¿qué ocurre una vez que a un paciente se le diagnostica asma ocupacional? Lo primero es apartarle de la sustancia que le causa alergia y ponerle en tratamiento. «Lo ideal es reubicar al trabajador en otro puesto: por ejemplo, si trabaja cortando madera, pasaría al montaje», explica la doctora. De no ser posible el cambio, el profesional acudirá a un tribunal médico que determinará la concesión de la incapacidad para el puesto de trabajo habitual.