lunes, 16 de mayo de 2011

Lejos del conflicto

 
Huyeron del país por la situación de violencia, que no ha hecho más que recrudecerse pese al cambio político Una docena de ciudadanos de Costa de Marfil piden asilo en Málaga
16.05.2011 -
AMANDA SALAZAR asalazar@diariosur.es
MÁLAGA.
 
Lejos del conflicto
Ibrahima Traoure, Mamadou Sanga e Issiaka Drabo, de Costa de Marfil, muestran la tarjeta roja de la solicitud del asilo. :: ÁLVARO CABRERA
Han huido de su país por la violencia. Muchos, perseguidos por razones étnicas. Otros, por cuestiones políticas. Pero les une una patria, Costa de Marfil, y la certeza de que no pueden volver. En Málaga no tienen trabajo. Viven de la ayuda que consiguen de compatriotas y asociaciones de apoyo al inmigrante. Pero saben que pueden salir a la calle sin el temor de morir asesinados a la puerta de sus casas.
Hace tres semanas, la ONU intervino en Costa de Marfil para evitar una nueva guerra civil por razones étnicas que en el terreno ya había estallado entre los partidarios del ex presidente Gbagbo y el ganador de las elecciones de noviembre de 2010, Alassane Ouattara. El 11 de abril, Gbagbo fue arrestado por las fuerzas leales al presidente electo. Pero la situación sigue siendo muy complicada y miles de refugiados continúan sin volver al país centroafricanos.
L a ONG Vivre Siglo XXI ha conseguido la admisión a trámite de la Solicitud de Asilo de una docena de ciudadanos de Costa de Marfil que se encontraban desprotegidos en Málaga. La mayor parte ya se habían visto obligados a abandonar el país antes de esta última crisis. Pero ahora, el recrudecimiento de la situación les ha empujado a volver a pedir un asilo que les había sido denegado a pesar de que varios de ellos estaban amenazados de muerte.
Esta ONG malagueña, que se dedica a la ayuda de Inmigrantes y Refugiados desde el año 2001, ha conseguido, con el apoyo de ACNUR y del Departamento de Asilo de la comisaría de la capital, la documentación como solicitantes de asilo de todos los marfilenses a los que les ha sido gestionada Una tarjeta roja que exhiben orgullosos porque para ellos es el primer paso para su normalización.
Vivre Siglo XXI asesora y ofrece ayuda a estas personas. «Muchos necesitan apoyo psicológico porque vienen en pateras, han perdido a familiares, no saben nada del resto, han sido maltratados...», indica Esther Moreno, presidenta de Vivre y psicóloga. La Asociación Marfilense de Málaga, que preside Julien Bolou, también les ofrece bienes de primera necesidad gracias a los alimentos que les da Bancosol. «La realidad del país es muy complicada; no existen fuerzas del orden, salimos de una guerra civil en 2004 y las heridas están aún abiertas», señala Bolou.
Mamadou Sanga (28 años), Issiaka Drabo (32 años) e Ibrahima Traoure (30 años) ponen cara a estos casos tan dramáticos. Acaban de pedir por segunda vez el asilo, una solicitud que ya está admitida a trámite. La primera vez, debido a un mal asesoramiento, no aportaron pruebas suficientes del peligro que corrían si volvían a su país. Con el cambio de circunstancias, esperan que la comunidad internacional esté más sensibilizada con su causa.
Mamadou Sanga llegó hace un año y medio a la Península. Su patera desembarcó en Motril, desde donde las autoridades le llevaron al Centro de Internamiento de Inmigrantes de Tarifa y, después, a Almería. Allí pidió el asilo por primera vez. Su vida bien podría ser el argumento de una película.
Con estudios superiores y un buen trabajo en una gran empresa de electricidad en su país, Mamadou empezó a meterse en política como estudiante. Presidió un partido político juvenil en la capital Abiyán que en un primer momento apoyó al ex presidente Gbagbo. «Luego empezó a hacer cosas que no nos gustaron, como decir que todos los del norte no eran marfilenses porque eran de origen inmigrante», explica. Al retirar su apoyo al Gobierno, empezaron las amenazas de muerte. «Me detuvieron cuatro días, tuve que mudarme, mi mujer y mis dos hijos tuvieron que marcharse», dice. «Nunca quise irme de mi país, pero tras dos años viviendo con miedo, decidí marcharme; hoy por hoy no quiero volver, sé cómo va a terminar mi país, como Angola o Ruanda», dice.
 
Perseguidos y amenazados
Ibrahima Traoure es del sur de Costa de Marfil, aunque su familia es de las que el antiguo Gobierno consideraba no marfilenses, es decir, de origen inmigrante y de etnia diferente. Hace dos años y medio que vive en Málaga, adonde le trasladaron después de llegar en cayuco a Canarias. Tuvo que marcharse sin nada tras participar en una manifestación contra el expresidente. Los mercenarios de Gbagbo empezaron a cargar contra los jóvenes manifestantes. «No volveré a Costa de Marfil, allí el ex presidente armó a todos sus partidarios y hay violencia en la calle», dice.
Por su parte, Issiaka Drabo también huyó tras las manifestaciones contra el ahora ex presidente. Él era camionero y un hermano le avisó de que no volviese al país, que había habido una masacre. Un amigo le consiguió un billete de avión para España y un pasaporte falso. «A uno de mis hermanos lo han detenido acusándole de que transporta armas; con cualquier excusa, aunque sea falsa, te meten preso», dice. Aquí, al menos, tienen esperanzas.