domingo, 3 de mayo de 2009

La educación: Los padres también suspenden

La preocupación por la educación es universal y su salud es un asunto de todos. Algo anda mal, apuntan los resultados de los informes y de las evaluaciones en Andalucía. Ahí estan los elevados índices de abandono y fracaso escolar. Expertos ajustan el peso de cada una de estas cuestiones. De la radiografía no se escapan los padres, que se implican poco en la formación de sus hijos
 
La educación: Los padres también suspenden
ILUSTRACIÓN: MIKEL CASAL
CALIDAD de educación, equidad que garantice la igualdad, transmisión de valores que favorezcan la libertad, la responsabilidad, la tolerancia o el respeto. Es la banda sonora oficial de nuestro sistema educativo. Un sistema que, en 16 años, ha sufrido tres reformas. Pero la banda sonora de la realidad es terca y en su pentagrama cuelgan las notas del fracaso y del abandono escolar de unos chicos a los que les han enseñado poco de la cultura del mérito y mucho de la comodidad. Y de ahí, o de antes, salen otras notas, los déficits de aprendizaje fundamentales como el lenguaje, la comprensión en lectura o las matemáticas, que se hacen más evidentes cuando se llega al bachillerato o a la universidad.
Las escuelas educan por delegación social, delegación de una sociedad que frena el aprendizaje con la exaltación del valor del bienestar y de la recompensa inmediata. De una sociedad atrapada en esos valores, y en la dedicación al trabajo, en la falta de tiempo y en los nuevos modelos familiares. Un túnel para el que la propia sociedad apenas encuentra salidas. El desencuentro está servido en el sistema educativo. Una administración pública, unos alumnos, unos profesores y unos padres que están llamados a entenderse, pero que en un porcentaje muy alto no se encuentran.
En Andalucía el desencuentro es llamativo. Lo vocean las estadísticas. El famoso informe PISA nos coloca a la cola de Europa. El Instituto Nacional de Estadística nos dice que un tercio de los alumnos andaluces suspende la mayoría de sus asignaturas y que el 36% no se gradúa en ESO. Y el INEM nos cuenta que el 70% de los desempleados de la comunidad tienen sólo una educación básica. Detrás de la cortina fría de los datos está la dedicación y el terreno pisado por los expertos. SUR ha reunido a tres para que pongan el foco de su trabajo y de su experiencia.
 
EL INFORME PISA
Un síntoma
Las condiciones no ayudan
José María Ariño, presidente de la Asociación de Directores de Instituto y director del Instituto de Miraflores de los Ángeles; José Luis García Guillén, presidente regional de la Asociación de Directores de Colegio y director del Colegio Virgen de Belén, y Pilar Triguero, presidenta regional de la Federación Democrática de Asociaciones de Padres de Alumnos (FDAPA). Los tres están de acuerdo en que los contenidos del PISA se valoran parcialmente y fuera de contexto. «Sobre todo por los medios de comunicación, que reflejan lo que es llamativo y genera un titular», apunta Pilar Triguero. Coinciden también en que el PISA sólo mide los conocimientos de los chicos, no la actitud ni las condiciones que se dan para que estudien, y eso, aseguran, son piezas importantes.
Y en Andalucía, las condiciones para que los niños y jóvenes estudien no son las mejores. No por la calidad de los centros y de la enseñanza, sino por el entorno social y familiar de los alumnos. El nivel cultural y educativo de los padres no ayuda; la media de estudios superiores y universitarios es baja. También hay factores específicos en las aulas que no valora el PISA, como el número total del alumnado o de inmigrantes escolarizados, en ambos casos muy superiores a las de otras comunidades.
LAS PRUEBAS DE DIAGNÓSTICO
Mejorar las cosas
Pesan la lingüística y las matemáticas
«Es un craso error decir que los andaluces estamos mal enseñando. O que nuestro sistema educativo es un desastre». Lo defiende García Guillén y le apoyan Ariño y Triguero. Pero ahí están las evaluaciones de diagnóstico que evidencian carencias de los alumnos, sobre todo en lingüística y en matemáticas. Hay que mejorar las cosas. «Los directores de colegios nos hemos reunido -relata García Guillén- y hemos planteado estrategias para elevar esos niveles. Elevar el vocabulario de los alumnos, enseñarles a manejar el lenguaje oral y el escrito en diferentes situaciones, con amigos, con autoridades, con adultos. Hay que enseñar a un niño a respetar el cargo y a respetar a las personas mayores. Soy enemigo del tuteo en las aulas».
Pero los alumnos tienen que aprender más cosas. «Tenemos que enseñarles a desarrollar habilidades para conversar respetando el turno de palabra, aceptando las ideas de los demás, a leer en voz alta, a aprender a expresar por escrito ideas y sentimientos. Hemos hecho una serie de ítems para mejorar la lingüística, que es lo que más estamos perdiendo en Andalucía», concluye.
LAS MATERIAS
Conocimientos que no sirven
Hay que cambiar los currículos
La educación graba demasiadas materias en el disco duro de los escolares que no les van a servir de mucho. Y otras, más útiles, ni siquiera están. «Los currículos han cambiado -destaca José María Ariño-, pero para peor. Para qué quiere un alumno de Secundaria estudiar el sistema de clonación de los genes para identificar el ADN. Pero encima, vamos a preguntarle a los profesores si lo saben. Hay cosas sin sentido y se ha perdido lo esencial. Estudiar las plantas, los animales o los minerales. Eso se ha perdido. Ahora todo hay un batiburrillo que se llama Conocimiento del Medio en el que no está lo importante, la célula o la genética. Esto tiene que cambiar de arriba abajo».
A esto se suma la mecánica del sistema. «Un niño no debe pasar de curso sin los conocimientos mínimos. Llegan alumnos a Secundaria que no saben leer. Los niños no pueden llegar a primero de ESO silabeando. Y los profesores no pueden decir yo doy mi materia, doy ecuaciones, aunque el alumno no sepa multiplicar», prosigue Ariño.
Y otra opinión unánime. De las editoriales salen unos libros de texto poco atractivos, excesivos en teoría y escasos en práctica.
ABANDONO Y FRACASO ESCOLAR
Una triste estadística
El peso de la burbuja inmobiliaria
Los alumnos andaluces sobresalen en las tablas de fracaso y abandono. Con unos índices preocupantes. «En Andalucía -explica Pilar Triguero- ha hecho mucho daño la burbuja inmobiliaria. Nuestro hijos están viendo desde muy pequeños que no hace falta un título formativo de grado medio o superior para ganar cantidades ingentes de dinero. Llevo años escuchando a los padres decir a sus hijos que para qué quieren estudiar y tirarse años para sacar una licenciatura si realmente el que está ganado dinero es un albañil, un fontanero o un yesista. Es la cruda realidad». La actitud de la familia, de la familia que no fomenta el aprendizaje, el hábito de estudio o el de lectura, pesa en el abandono y en el fracaso.
LA IMPLICACIÓN DE LOS PADRES
Un suspenso más
Unos no pueden y otros no quieren
Los padres son los grandes ausentes del sistema educativo. Padres y madres, atrapados en el horario laboral que dedican poca o nula atención a la educación de sus hijos. Unos porque no quieren. Otros, porque no pueden. La conciliaciación entre la vida familiar y laboral no avanza. Muchos han delegado en el colegio toda la parcela de educación que antes estaba en el ámbito familiar. José Luis García Guillén pone la ilustración «Tengo alumnos de tres años que entran a las siete y media de la mañana y vienen a recogerlos, la tata o la abuela, a las cinco de la tarde, porque los padres están trabajando. Se ha perdido el contacto de los padres con los hijos en la casa. Los niños pasan muchas horas en contacto con los profesores y pocas en contacto con sus padres Los jóvenes más, porque cuando llegan a casa tienen Internet, el mp3 o la videoconsola. La implicación de la familia es un acicate para evitar el fracaso escolar».
Padres ausentes en las casas y en las escuelas. Sólo un 10% de los padres de Primaria acude una vez al mes al colegio para saber cómo va su hijo. En Secundaria, la visita de los progenitores no se produce casi nunca.
CENTROS Y PROFESORES
Esfuerzo inversor
Un buen nivel de recursos
En Andalucía se ha invertido bastante en lo últimos años para poner los centros en primera línea. Coinciden los tres expertos. La mayoría están dotados de los suficientes recursos materiales y humanos. Los institutos gestionan sus propios presupuestos, escasos pero a menudo bien administrados. Los centros de Primaria los mantienen los ayuntamientos y ahí, sí hay tirón de orejas. «Son 'rara avis', asegura Pilar Triguero, los que se preocupan por sí mismos de mantener los colegios en condiciones, de las renovaciones oportunas durante el verano, una manita de pintura, arreglar cisternas o persianas. Hay que estar encima de ellos».
Sobre el profesorado, destacan el nivel de profesionalidad que se da en la escuela pública, salvo contadas excepciones. «En Secundaria te puedes encontrar con un químico que soñaba con un laboratorio, y termina dando clase. Paro la inmensa mayoría es muy responsable de lo que hace», destaca Ariño.
EL RETO DE GRIÑÁN
Una apuesta por la Educación
Contar con los docentes
En su discurso de investidura fijó el reto. El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, proclamó su apuesta por la educación como motor de cambio de la comunidad. Triguero, García Guillén y Ariño tienen claro que el presidente tienen que oír más a los padres y docentes, y menos a los sindicatos. Si de verdad quiere hacer una política que vertebre el resto de políticas, tendrá que escuchar fundamentalmente a los que la tienen que aplicar. La conclusión la pone Pilar Triguero. «Tendrá que potenciar en los centros educativos equipos directivos fuertes y dinámicos. Y tendrá que potenciar la formación y la implicación de las familias. Si la familia no ayuda en la tarea diaria de los centros, esto no lo salvamos».