sábado, 26 de febrero de 2011

La jubilación más cara en el peor momento

 
Más cotización durante más años

La jubilación más cara en el peor momento

La reforma de las pensiones también ha endurecido la jubilación a los más de 92.600 autónomos malagueños

Ahora deberán aumentar su base de cotización a partir de los 42 años –antes, lo hacían a los 50— si quieren cobrar algo más que la pensión mínima.

JOSÉ V. RODRÍGUEZ / M. A. S. Los más de 92.600 autónomos malagueños se enfrentan a un nuevo cambio, el de las pensiones, como consecuencia del Acuerdo Social y Económico firmado por la patronal, los sindicatos y el Gobierno. Y el cambio, en esta ocasión, será profundo, puesto que les obligará a incrementar sus aportaciones a la Seguridad Social desde los 42 años, no de los 50, como venía ocurriendo hasta ahora. En la provincia de Málaga, el 44% de los autónomos, más de 40.000 personas, se encuentran en esa tesitura, al estar justamente en la franja de edad de entre 40 y 54 años.

Hasta ahora, a los trabajadores por cuenta propia, para acceder a la pensión mínima, de alrededor de 715 euros en 14 pagas, precisaban 15 años de cotización, que ahora pasan a ser 25. En el caso de las pensiones mínimas, esto no supondrá un incremento de los costes mensuales de cotización, aunque que sí se aumenta el periodo de tiempo computado para tener acceso a la prestación. El cambio si les llega, en cambio, a los autónomos que pretenden cobrar al final de su vida laboral una prestación más alta. En Málaga hay 18.641 pensiones de jubilación para autónomos con un importe medio de 625,41 euros. La cantidad es un 40% inferior a los 1.049 euros que cobran los 67.000 jubilados del Régimen General.

Normalmente, era vox populi que muchos autónomos cotizaban por la base mínima hasta los 49 años (unos 883 euros al mes, lo que suponía pagar 253 euros) para luego elevar esa contribución todo lo posible de cara a aumentar la cuantía de la futura prestación. En esos casos, hasta ahora, estas personas empezaban a pagar de media unos 200 mensuales más a partir de los 50 años para ampliar la base, una cantidad que, a partir de ahora, deberán adelantar a los 42.

Este incremento, además, lo deberán afrontar en un momento económico complicado. Sólo durante el año pasado se dieron de baja en Málaga casi 23.500 autónomos. El 20% corresponde a casos de jubilación y de incapacidad pero el otro 80% se debe a trabajadores por cuenta propia que abandonan la actividad asfixiados económicamente y desmoralizados por la crisis. Las cifras se compensan en parte si se tiene en cuenta que en ese mismo 2009 hubo casi 21.000 altas, la mayor parte con el mismo perfil: trabajadores por cuenta ajena que se han quedado en el paro y que, ante las nulas perspectivas de encontrar un empleo, deciden poner en marcha un negocio.

De todas formas, el saldo entre altas y bajas viene siendo negativo año tras año durante la época de crisis. Málaga, que alcanzó su cúspide en junio de 2008 con 102.109 inscritos en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), ha perdido unos 10.000 trabajadores por cuenta propia de su censo en dos años y medio. Los más afectados, autónomos del sector servicios en sectores como el pequeño comercio, la hostelería y en el transporte, aparte de los de la alicaída construcción. Estos segmentos agrupan al 90% de los autónomos malagueños.
El responsable de la Asociación de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA) en Andalucía, Rafael Amor, constata los problemas del colectivo. Por un lado, el cierre del grifo crediticio por parte cajas y bancos, que ha llevado al cierre incluso a autónomos que tenían carga de trabajo para continuar su actividad, pero a los que no les ha renovado pólizas de crédito con cuantías tan modestas como 10.000 euros. El otro cáncer es la morosidad de la clientela, con especial reproche por parte de la ATA a los ayuntamientos malagueños. Se estima que las corporaciones locales adeudan a sus proveedores unos 400 millones de euros, cantidad que afecta en gran parte a pequeñas empresas de autónomos. 

Por último, está el problema de la «competencia desleal», entendida como el creciente número de personas que ofrecen sus servicios sin estar dados de alta en el RETA. 

«Un mayor esfuerzo económico»

La ATA es consciente de que, en esas condiciones, hay muchos autónomos que no podrán asumir un mayor esfuerzo económico, reconoce Rafael Amor, que, no obstante destca que el acuerdo de las pensiones era necesario ysupone un avance en la equiparación de los autónomos con los trabajadores del régimen general, especialmente en «el acceso a la jubilación anticipada». También señaló que entre los autónomos existe un problema de convencimiento de la necesidad de «invertir en uno mismo» y subir la base de cotización.

«Antes sólo se pensaba en cotizar de cara a la jubilación, pero ahora hay muchos más alicientes. Podemos optar a la baja por enfermedad laboral o al paro por cese de actividad. Hasta ahora, el autónomo ha segurado sus materiales y a sus trabajadores si los tenía, pero no a sí mismo, y tenemos casos dramáticos de personas que, tras quedarse incapacitadas por un accidente se quedaban sin nada o con lo mínimo. Esa mentalidad tiene que cambiar», apunta. Aún quedan, sin embargo, lagunas, como el hecho de que a los asalariados se les mantiene una base de cotización mínima a la Seguridad Social durante los periodos en los que se encuentran parados, algo que con los autónomos no pasa.