martes, 21 de julio de 2009

El viejo corazón comercial de la Victoria, arrasado por la crisis

El viejo corazón comercial de la Victoria, arrasado por la crisis

La asociación de vecinos de Lagunillas atiende a 163 familias gracias a la ayuda de la Cruz Roja. La crisis obliga a cerrar comercios tradicionales

 
Lagunillas. Curro López, en la sede de la asociación de vecinos con las entregas firmadas de ayuda alimenticia.  Arciniega

ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA La calle Lagunillas fue hace décadas una de las más comerciales de Málaga y el ´corazón´ económico del barrio de la Victoria. Los tiempos han empeorado y hoy la asociación de vecinos, que cubre toda la zona de Lagunillas, es la que tiene que esforzarse para que 163 familias del barrio por lo menos puedan comer a diario.
"La situación está fatal, no hay trabajo y el ´Plan ZP´ se ha quedado por ahí, volando, porque a Lagunillas, siendo un barrio marginal, no ha llegado ni una obra. Si no piensan gastarse un duro aquí por lo menos que no engañen y lo digan", critica el presidente de la asociación de vecinos, Francisco López, Curro para los vecinos del barrio.
Por contra, quiere resaltar que está "eternamente agradecido" por la ayuda alimenticia que la asociación recibe de la Cruz Roja, lo que le permite dar de comer a muchos vecinos con apuros y, sobre todo, a niños pequeños.
La asociación realiza un seguimiento de las familias y cada persona que acude a la sede a por comida tiene que rellenar una hoja con los alimentos retirados, normalmente una vez a la semana: leche, leche en polvo, harina, queso en porciones...
Una de las personas que recoge la comida es la francesa Michelin Schaouch, de 60 años, que lleva 40 viviendo en Málaga. "Pago de alquiler 180 euros y cobro 200 euros al mes por limpiar en una casa, así que si pago el alquiler no como y si como, no puedo pagar".
Michelin lleva ocho años solicitando al IMV una vivienda de segunda ocupación sin resultado, y hace año y medio que solicitó una entrevista con un responsable del IMV. "Me dijeron que tardaría siete meses y todavía estoy esperando". Esta francesa, que perdió hace poco a su marido español, tiene una minusvalía de un 55 por ciento y teme que la vivienda que ocupa de alquiler, que está en venta, se venda algún día y se quede en la calle. "Yo puedo comer gracias a Curro", confiesa.
El caso de José Antonio Romero, de 45 años, es igual de alarmante. "Sólo tengo un euro en el bolsillo", admite. Separado de su mujer, este antiguo relojero llegó de Madrid hace unas semanas con el fin de buscarse una nueva vida pero las cosas le han ido mal. "Nunca me he visto en una situación tan precaria", señala. José Antonio, que ha tenido dos infartos cerebrales, se ha pasado media vida con ´contratos basura´ que no le han dejado ninguna paga y reconoce: "Ahora mismo no tengo presencia para ir a buscar un trabajo". Aunque cuando lo intenta, le dicen que le llamarán. "Y nunca llaman". Además de comer de la ayuda que gestiona la asociación, está durmiendo en la sede vecinal ante la falta de vivienda.

Pensión. Otro vecino que acude a por alimentos es José Rojano, malagueño jubilado de 66 años que durante mucho tiempo fue peón de albañil en las bodegas Larios. La pensión que le ha quedado, 285 euros, no le da para comer. En la actualidad comparte piso con su hermano en una vivienda de alquiler de la Junta de Andalucía, en la calle Melgarejo, por la que paga unos 30 euros al mes. José señala que el dinero no le da para alimentarse a diario.
La asociación está recibiendo también la ayuda solidaria de la Asociación de Comerciantes y Residentes del Centro (Acorecema) así como de particulares que entregan desde cunas a comida.
Curro López ha intentado la colaboración del Ayuntamiento pero no ha conseguido mucho. "Bienestar Social me dice que no tiene dinero, que no puede hacer nada. Voy a pedir cita con la nueva directora del distrito Centro a ver si se le ablanda un poco el corazón", cuenta.
La asociación también mantiene en el barrio a dos familias formadas por seis personas que malviven en un derribo, "con ratas como caballos". Curro López resalta además que la crisis se nota también en los establecimientos tradicionales, que no dejan de cerrar en la que fuera una de las calles comerciales más importantes de Málaga.