domingo, 19 de abril de 2009

Una limosna en el súper

Es uno de los lugares más codiciados para pedir. Hasta el punto de que los mendigos llegan a turnarse para sentarse en la entrada de estos establecimientos
20.04.09 -
 
Una limosna en el súper
Los mendigos a la puerta de los supermercados son ya una estampa habitual./ SUR
Tienen casi el mismo horario que cajeras y reponedores. Cuando el comercio abre la persiana, ellos ya están preparados para coger el mejor sitio en la entrada. Son los pedigüeños de los supermercados, que han cambiado las puertas de las iglesias por las de estos locales que cada día reciben un sinfín de clientes.
La esperanza de estos mendigos es que los compradores les den el dinero suelto que les queda al salir del súper o que alguien les compre algo de comida. Con la actual situación, los clientes indican que el número de pedigüeños se ha multiplicado. En los locales más codiciados, los mendigos incluso se turnan a la hora de pedir limosna en un acuerdo tácito para evitar conflictos.
Ángela es rumana y pide en uno de los hipermercados de Martínez Maldonado. Ya es una usual después de meses acudiendo al mismo local y los clientes habituales la conocen. Ángela dice que pide porque no tiene trabajo. «Antes limpiaba en la casa de una señora, pero con la crisis no podía pagarme y ya no he encontrado otra cosa», dice. Asegura que no quiere el dinero para drogas ni para vicios, sólo para comprar comida y poder alimentar a sus dos hijos. Por eso, prefiere una bolsa con leche, fruta y galletas a cualquier moneda.
Mejor comida que dinero
Aunque el Centro de Acogida Municipal y comedores sociales como el de Santo Domingo ofrecen un plato caliente a las personas sin recursos, son muchos los que prefieren pedir limosna. Stelian Naiden es uno de ellos. Asegura indignado que no le quieren dar de comer allí. Lo cierto es que estas entidades dan comida y techo a estas personas, pero les obligan a cambio a cumplir unos horarios y un proceso de reinserción que no todos están dispuestos a llevar a cabo.
Los clientes ya ven a estas personas como una parte más del paisaje a la hora de ir a la compra. «A mí me dan mucha pena y sí que les suelo dar alguna moneda», indica Araceli Mejías mirando hacia uno de estos 'sin techo', habitual en uno de los hipermercados de La Malagueta. «Creo que hay que ser un poco solidarios, sé que muchas veces lo usarán para vino u otras cosas, pero al final son personas que lo están pasando mal en la vida», dice. Araceli indica que hay muchos inmigrantes pidiendo, aunque también españoles. «La mayoría tienen problemas de adicciones y prefieren vivir en la calle que acudir a algún centro», dice.
Dolores Sánchez dice que los pobres de hoy en día han dejado de acudir a la iglesia porque en el supermercado hay mucha más gente que puede darle algunas monedas. «Además, la iglesia te dice que no des dinero, sino que aportes a Cáritas para que sean ellos los que lo distribuyan y así se evita que ese dinero lo usen para otras cosas cuando dicen que lo quieren para comer», añade Dolores. Para Carmen Martín, la situación es peor para los inmigrantes. «Los españoles que ves pidiendo aquí es porque se han perdido en las drogas o el alcohol, porque lo normal es que si tienen de verdad problemas económicos acudan a su familia; los inmigrantes sin embargo sí tienen necesidades económicas», dice.
Los supermercados indican que tampoco pueden hacer nada para evitar esta situación. «Si están de puertas para afuera, no es nuestro problema, pero tampoco nos consta que creen problemas a los clientes, porque nunca hemos tenido que contratar seguridad en ninguna zona por la afluencia de mendigos», explican desde una gran cadena instalada en la provincia.
El último informe de Cáritas de 2008 señalaba que más de 350 personas viven en la calle en Málaga capital y que unas 17.000 personas pidieron ayuda alimentaria durante el pasado año, lo que supone un 30% por ciento más que en 2007. La previsión era que esta cifra siguiese creciendo debido a la difícil situación económica.