jueves, 26 de marzo de 2009

La última fritura de Casa Pedro


Abrió en 1927 y ayer echó el cierre definitivo. Tres generaciones de una misma familia han pasado por este restaurante de El Palo. Para la historia queda ya su sopa Viña AB que han degustado famosos deportistas, políticos y tonadilleras
27.03.09 -
 
La última fritura de Casa Pedro
Casa Pedro echa el cierre después de 80 años de historia en El Palo. / A. SALAZAR
Su menú más célebre consistía en una sopa Viña AB, san jacobo con ensalada y tarta noruega. Sus frituras de pescaítos, el arroz de marisco pelao y el rape a la serrana eran conocidos en toda Málaga. Ningún famoso que se preciase de serlo en los años 70 y 80 pasaba por la provincia sin probar los suculentos platos de Casa Pedro. Pero ayer este restaurante que se ha convertido en todo un símbolo de El Palo y de la capital echó el cierre definitivo.

Cinco meses después de que se declarase un concurso de acreedores, un juez dictaminó ayer su clausura. Un total de 25 trabajadores se quedan en la calle. Los propietarios no han podido hacer frente a una deuda de 1,8 millones de euros (equivalente a 300 millones de pesetas). Y más de 80 años de comandas, platos y anécdotas en torno a sus mesas pasan a formar parte del pasado de la ciudad.
 
Una pequeña taberna
Casa Pedro comenzó siendo una pequeña taberna en una casita de pescadores de la barriada malagueña. «Mi abuelo Pedro y mi abuela María montaron con el tiempo un comedor al aire libre sobre la arena con un techado de hojas de palmera para dar sombra», explica Pedro Martínez, la tercera y última generación de propietarios del restaurante. Pero fue con su padre Lorenzo y con su tío Pedro cuando explotó la fama del restaurante.
 
Por sus salones han pasado muchos famosos. «Aquí han comido Rocío Jurado, Marisol, Fraga, Aznar, Luz Casal, Alejo García, Manuel Alcántara, Juanita Reina, Marifé de Triana...», recuerda Pedro. Luego llegó la reforma, y con ella la ruina. En 1989 Costas sacó a todos los chiringuitos de la arena para construir el paseo marítimo de El Palo y los espigones. Casa Pedro realizó una gran inversión para construir el edificio que queda ahora. «Teníamos 1.500 metros de local y en el salón de arriba se han celebrado bodas de hasta 500 comensales», dice Pedro. Pero la inversión de más de doscientos millones de pesetas nunca se pudo recuperar. Desde entonces, las deudas han ido creciendo a medida que la clientela iba menguando.
 
Varios son los motivos que empleados, propietario y vecinos achacan al fracaso de Casa Pedro. Para algunos, no ayudó la falta de aparcamiento después de la creación de la plaza del Padre Ciganda. «Antes, venían autobuses llenos de turistas extranjeros que nos llenaban el local, pero dejaron de venir porque no podían parar los vehículos», dice Juan Miguel Negro, camarero durante 40 años de Casa Pedro. Para José Miguel García 'Pepín', camarero durante 35 años, los dueños, que trataban a los empleados como a su propia familia, no quisieron despedir a nadie a pesar de que el negocio no daba dinero.
 
Pedro no puede evitar una inmensa pena en el corazón al mirar las puertas cerradas del negocio al que ha dedicado toda su vida. Y antes que él, su padre y su abuelo. «No sabemos cómo decírselo a mi padre, que se jubiló hace años pero seguía llevando el timón del barco desde casa», dice Pedro.
 
Los vecinos de la zona sienten como propia la pérdida de esta familia. «Celebramos la boda de mi hermana en el restaurante y el bautizo y las comuniones de mis sobrinos», recuerda Rocío García, que vive puerta con puerta de Casa Pedro. «El Palo no va a ser lo mismo sin este restaurante; yo ya venía cuando era pequeño con mis padres», dice Francisco Jodas, un vecino jubilado. Desde ahora, Casa Pedro quedará en el recuerdo.