domingo, 21 de febrero de 2010

Anselmo Ruiz, director de Cáritas Diocesana en Málaga: «Lo que más me preocupa es la huella que la crisis pueda dejar en las generaciones más jóvenes»

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Anselmo Ruiz, director de Cáritas Diocesana en Málaga: «Lo que más me preocupa es la huella que la crisis pueda dejar en las generaciones más jóvenes»

21.02.10 - 02:56 -
 
Anselmo Ruiz lleva once años al frente de Cáritas Diocesana de Málaga. A sus 57 años, compagina su cargo en la entidad con la dirección de Cáritas regional de Andalucía, su trabajo como mecánico en la fábrica de Siemens y su familia. Siempre ligado a la acción social de la Iglesia Católica y al mundo sindical, está acostumbrado a lidiar con las adversidades. Pero reconoce que los dos últimos años están siendo especialmente duros.
-¿Cómo están viviendo desde Cáritas Diocesana la crisis?
-Hemos registrado un aumento impresionante de las solicitudes de ayuda. Entre 2008 y 2009, las personas que acudieron a Cáritas Diocesana o a alguna de las 154 Cáritas parroquiales de la provincia aumentaron en un 51,4% con respecto a los años anteriores a la crisis. A finales de 2009 se ha dado una tendencia a la estabilización de este crecimiento, pero las cifras siguen siendo preocupantes.
- ¿Cuántas personas atienden esos puntos de Cáritas en la provincia?
-En 2007, cada Cáritas parroquial atendía a 78 familias de media. En 2008 pasaron a 237 y en 2009 hemos cerrado con 250. Estas cifras indican el crecimiento exponencial de usuarios. En números globales, en 2009 atendimos 44.500 actuaciones, un 30% más que en 2008, cuando cerramos con 34.295 peticiones.
- ¿Qué perfil tienen las nuevas personas que acuden a la entidad?
- Los nuevos usuarios son parejas jóvenes con hijos pequeños en las que uno de ellos o los dos se han quedado en paro y acuden a nosotros porque ya no pueden pagar su vivienda. Lo malo es que llegan cuando ya están al límite y tienen una orden de desahucio por impagos. A ellos se suman los inmigrantes que hace tiempo pasaron por Cáritas y que habían logrado integrarse en la sociedad. Pero el desempleo les empuja de nuevo a nuestra puerta.
- Hablamos de los nuevos usuarios pero, ¿y los habituales? ¿También se ven afectados?
- Ése es el problema. No son sólo los nuevos usuarios. La pobreza estructural de Málaga sigue precisando nuestra ayuda y han crecido sus necesidades porque ellos también se ven afectados por la crisis. En Málaga capital, por ejemplo, tenemos a 80.000 personas de doce barriadas distintas en grave riesgo de exclusión social. En tiempos de bonanza, muchas trabajaban en la construcción, limpiando casas o buscando chatarra. Pero ahora, también disminuye el trabajo para ellos. La pobreza crónica en Málaga se ha agudizado.
- ¿Siguen siendo mujeres las que acuden a Cáritas?
- Las mujeres siguen siendo mayoría. Por norma general, son ellas las que tiran del carro de la familia. En el hombre sigue quedando un sentimiento de vergüenza cuando se ve empujado a pedir. Aunque con la crisis hemos visto una variación en los más jóvenes, que acuden en pareja.
- ¿Han recibido muchas peticiones de parejas jóvenes?
- En el último año, ha bajado la edad media de nuestros usuarios de 37 a 27 años. Cada vez son más jóvenes. No sabemos qué huella va a dejar la crisis en esta generación. Y eso me preocupa mucho; estamos creando unos jóvenes sin esperanzas en su futuro.
- También lo están pasando mal los inmigrantes...
- Lo peor es que ellos no tienen la red social. Muchas personas que lo están pasando mal se apoyan en la familia, que están evitando que esto explote. Pero los inmigrantes están solos aquí y no pueden pedir nada a sus familias porque están en peor situación en sus países de origen.
- A raíz de la crisis, ¿se dan nuevos rostros de la pobreza?
- Actualmente, las personas más vulnerables son los jóvenes con cargas hipotecarias, las mujeres solas con hijos y los inmigrantes.
- A pesar de las dificultades, Cáritas Málaga ha logrado reunir hasta ahora 280.000 euros para la recuperación de Haití. ¿Qué papel juega la cooperación internacional?
- Es una parte más de nuestra labor. Pese a las dificultades que vivimos en nuestra sociedad, no podemos olvidarnos que en otras partes del mundo viven aún peor. Si aquí tenemos problemas, allí los tienen multiplicados por diez.
- ¿Los malagueños son más solidarios en los peores momentos?
- La gente se vuelca ante los contratiempos. Es lo normal y, en cuanto a los creyentes, está bien que seamos una Iglesia cada vez más coherente con lo que predicamos.
- Las necesidades de Cáritas no han hecho más que aumentar. En 2008, por ejemplo, denunciaron que a mitad de año ya habían gastado el presupuesto de ayudas directas con el que contaban para todo el ejercicio. ¿Siguen teniendo problemas económicos para afrontar el aumento de demanda?
- Hemos tenido una aportación extra muy importante gracias a lo que recaudamos en las parroquias. En 2009 se recaudó un 50% más que en el año anterior. Pero, pese a que la comunidad cristiana se está volcando, sigue siendo insuficiente para todas las solicitudes que nos llegan. Cualquier presupuesto que planteemos se desborda.
- ¿Qué es lo que más demandan los usuarios?
- Lo único que no podemos darle: un trabajo. Podemos poner parches, pagar un mes de alquiler, ofrecerles un bono para alimentación básica... Pero si no podemos darles un trabajo, el mes que viene estarán igual. Esto provoca desesperanza e impotencia en las personas que piden ayuda y también en los voluntarios de Cáritas, que sufren mucho con los casos que nos llegan y están haciendo una labor admirable.
- Antes la gente acudía a la entidad para buscar un empleo o formarse. ¿Continúan estos cursos?
- Nosotros ofrecíamos formación en campos donde la colocación estaba casi asegurada, pero ahora el único sector donde nos piden trabajadores es en el de cuidados a ancianos, y también ha caído. La bolsa de trabajadores no deja de crecer y no podemos darles alternativa.
- ¿Cree que las instituciones están a la altura?
- Creo que la clase política tiene un discurso que no tiene nada que ver con la realidad de la calle.
- Otra consecuencia de la pobreza son las personas que no tienen donde vivir.
- Es muy difícil saber cuántas personas están viviendo en las calles de la provincia. En algunos casos, son personas con enfermedades mentales que deberían estar atendidos.
- Antes hablaba los voluntarios, que son el paño de lágrimas y la esperanza de quienes acuden a la institución. ¿Cómo les infunde ánimos para que no desfallezcan?
- La mayoría está aquí porque tiene una gran vocación. Aunque es imposible que no te afecte que te digan que hay una pareja con 23 años con su bebé de meses viviendo en el coche o que están a punto de echar de su casa a una familia con tres niños.
- ¿Y usted? ¿Ha pensado en estos meses en tirar la toalla?
- No, eso nunca. Te afecta ver que esta crisis no es algo ajeno, que puede afectar a cualquier vecino, a los amigos de tu hijo, a gente que antes ni se imaginaba verse así. Sí que me planteo dejar pronto el cargo porque creo que es bueno que entre gente más joven con ideas nuevas.