domingo, 14 de febrero de 2010

Trabajos con papeles cambiados


Trabajos con papeles cambiados

14.02.10 - 02:03 -
AMANDA SALAZAR / EVA GUZMÁN | MÁLAGA.
 
La barrera del género ya no es un obstáculo a la hora de elegir profesión, aunque todavía persisten viejos prejuicios
Hombres y mujeres empiezan a introducirse en sectores antes vetados para su sexo

LOS PROTAGONISTAS

MESALINA LÓPEZ, TRANSPORTISTA: Tiene 29 años y trabaja desde hace cuatro al volante de un camión.
HIPÓLITO LUCENA, MATRÓN: Forma parte del 22% de hombres que trabaja como comadrones.
MARÍA JOSÉ FERNÁNDEZ, BOMBERA: Cree que las pruebas físicas para las oposiciones deberían ser las mismas para todos.
JOSÉ HEREDIA, CUIDADOR: A sus 45 años, es auxiliar de ayuda a domicilio para dependientes.
VANESA AGUILAR, FONTANERA-ELECTRICISTA: Se ha formado desde los 18 años para especializarse en reparaciones.
PEDRO SÁNCHEZ, ENFERMERO: Cuando empezó a trabajar, sólo eran dos hombres en toda la plantilla de enfermería
A la hora de elegir una profesión, el género ya no es un problema. La igualdad llega poco a poco al mundo del trabajo en Málaga y ya no es raro ver a una mujer conduciendo un autobús o a un hombre a cargo de niños de tres años en una guardería. Un ejemplo de normalización son los seis malagueños que ha entrevistado SUR y que trabajan en puestos que tradicionalmente ocupaba el sexo contrario. Una camionera, un matrón, una bombera, un cuidador de personas dependientes, una fontanera-electricista y un enfermero hablan de sus experiencias, de los prejuicios con los que han tenido que lidiar y de la esperanza de que, en un futuro, lo que importe sea la profesionalidad de la persona y no su sexo.
Mesalina López, camionera: «No se creen que lleve un camión de 41 toneladas»
Conduce un trailer articulado de 41 toneladas sin que le tiemble el pulso y es tan buena como sus compañeros. Pero Mesalina sabe que todavía queda mucho camino para que la igualdad sea real en el mundo del transporte por carretera. La vocación le viene de herencia. Su padre tiene una empresa de transporte y desde pequeña era una experta en tonelajes y motores. Ya lleva cuatro años en esta profesión y, por ahora, quiere seguir. «Los compañeros me han acogido muy bien, como a una más, aunque éste es un mundo de hombres; cuando me detengo en un restaurante de carretera y me ven bajar del camión se sorprenden y muchos me felicitan», señala.
En su vida privada, su familia le apoya al 100%. Pero cuando se trata de conocer gente nueva, se quedan sorprendidos. «Les extraña que sea camionera porque te ven una chica femenina y normal, que no casa con el tópico de camionero», señala. Eso sí, le da mil vueltas en conocimientos de mecánica a muchos hombres.
Hipólito Lucena, matrón: «Asistir un parto es lo que más te sube la adrenalina»
Podría parecer una profesión tranquila, pero traer a un niño a la vida es un trabajo lleno de emociones fuertes. Así lo explica Hipólito Lucena, que lleva diez años trabajando como matrón. «Hay pocas cosas que te suban tanto la adrenalina como asistir un parto», señala.
Y lo dice una persona que sabe bastante de experiencias intensas. Hace un mes fue como voluntario a Haití con la ONG Bomberos Sin Fronteras. Hipólito rara vez se para a pensar que, hasta hace muy poco, las matronas eran sólo mujeres. Según datos facilitados por el Hospital Regional Carlos Haya, ellas todavía suponen el 78,4% de las comadronas. El sector sanitario es el que más rápidamente se ha adaptado a la igualdad de sexos. Aunque los expertos dicen que la tendencia es que cada vez más mujeres ocupen puestos en los hospitales, incluidas las médicos, ya que el 70» de las universitarias en esta especialidad son mujeres. Pero para Hipólito, lo importante no es de qué sexo sea la persona que asista el parto, sino su profesionalidad. «Creo que debería ser así en todas las profesiones, me da igual si la persona que me arregla el coche es un hombre o una mujer, o el que echa cloro en la piscina o da clases a mis hijos; lo que quiero es que sea bueno en lo que hace», señala.
María José Fernández, bombera: «Cada vez es más normal ver mujeres apagando fuegos»
María José Fernández tiene 35 años y trabaja desde hace seis años como bombera en el retén del Consorcio Provincial de Rincón de la Victoria. Afirma que en la academia donde estudió era la única chica. «Eso ha cambiado mucho y hoy en día ya hay muchas mujeres», señala. «El primer requisito era tener el carné de camión, algo que no me gustaba mucho pero no tuve más remedio. Al final no fue tan difícil», indica.
En cuanto a sus compañeros dice que algunos se sorprendían mucho de que quisiera dedicarse a esta profesión. Para ella las pruebas físicas no supusieron ningún problema. Los requisitos son diferentes para las chicas, algo con lo que María José no está de acuerdo ya que considera que el nivel de aprobado debería ser igual para los dos sexos. En total cinco mujeres trabajan de bombero en la comarca de la Axarquía. «Es un trabajo en equipo en el que se requiere rapidez y efectividad así que no considero que sea una desventaja ser mujer», dice.
José Heredia, auxiliar de Ayuda a Domicilio: «Todos tenemos cosas que aportar como cuidadores»
Si hay un trabajo que históricamente siempre ha sido femenino es el de los cuidados a mayores y niños. Pero en los últimos tiempos, esto ha ido cambiando y la Ley de Dependencia ha terminado por profesionalizar el sector. Se abre un nuevo campo de trabajo también para los hombres. A sus 45 años, José Heredia se ha convertido en auxiliar de ayuda a domicilio gracias a un curso oficial en la asociación de atención al desempleado Arrabal. Nunca antes había pensado que cuidar a otros podría convertirse en su profesión. Ha realizado prácticas con la empresa municipal Más Cerca atendiendo a una anciana, a un anciano y a una niña con Síndrome de Down.
«Creo que es un trabajo en el que cabemos todos y en el que los hombres tenemos mucho que aportar», dice José. De hecho, el anciano al que cuidaba estaba muy contento con él porque se sentía más cómodo con un varón para que le ayudase en su higiene diaria o, simplemente, porque compartía con él más cosas como el fútbol o las historias de la mili.
Vanesa Aguilar, fontanera y electricista: «Me siento como una CSI de las reparaciones»
Con 28 años, se puede decir que Vanesa Aguilar es toda una manitas. Es fontanera, electricista e instaladora de sistemas de aire acondicionado acreditada. Ahora sigue formándose para especializarse en aparatos de calefacción. Desde joven supo que seguiría los pasos de su padre, que tiene una empresa de electricidad en Estepona, y realizó un módulo de Electrotecnia de grado medio. «En la clase era la única chica», dice. Vanesa estudió y trabaja actualmente rodeada de hombres. Pero eso nunca le ha supuesto un problema.
Lo que más le gusta de su trabajo es encontrar averías. «Es como el CSI de las reparaciones, me encanta desentrañar cuál es el origen del problema», indica. Lo mejor de que los trabajos empiecen a ser mixtos, indica es que los niños y niñas sepan que pueden hacer lo que se propongan y que ya no hay ninguna profesión prohibida para ningún sexo. Aunque reconoce que todavía falta mucho. «Yo tengo el respaldo de una empresa familiar, pero si estuviese sola, no sé si me darían los mismos trabajos o se echarían para atrás al ver que soy una mujer», dice.
Pedro Sánchez, enfermero: «Antes, la enfermera llevaba cofia y mandil»
Si hoy en día la cuestión de género no supone ningún problema en el mundo sanitario, no siempre fue así. Hace treinta años, cuando Pedro empezó a trabajar en un hospital, las mujeres eran las enfermeras con cofia y mandil, y los hombres, los médicos. Los varones que realizaban cuidados a los pacientes no eran enfermeros, sino practicantes, y se limitaban a poner las inyecciones. Pero Pedro tenía muy claro que quería ser enfermero. «Nunca me he sentido discriminado, pero era raro ver en aquellos tiempos a un hombre enfermera», indica. Pero, ¿enfermero o enfermera? «Nosotros somos enfermeras, tenemos muy asumido que el nombre de la profesión es en femenino y estamos muy orgullosos de ello», indica Pedro. La Real Academia de la Española de la lengua, sin embargo, admite el femenino y el masculino.
De cualquier forma, Pedro explica que la situación ha cambiado mucho en los últimos años. «Cuando empezamos a entrar los primeros enfermeros, se nos atribuían los puestos más técnicos dentro de la profesión; lo más normal es que, aunque fueses un recién llegado, te pusiesen en urgencias o en la UCI por el hecho de ser un hombre», dice. «Nosotros no lo pedíamos, pero era la mentalidad de la dirección de enfermería de entonces», continúa. Además, señala que la mezcla ha enriquecido las relaciones personales entre los empleados. «Somos una piña y es bueno que haya hombres y mujeres porque cada uno te da un punto de vista distinto de la vida y del trabajo», concluye.