domingo, 22 de noviembre de 2009

Más de 17.000 jóvenes de la provincia con menos de 30 años ni estudian ni trabajan (Diario Sur)


Más de 17.000 jóvenes de la provincia con menos de 30 años ni estudian ni trabajan

La precariedad laboral, la permisividad familiar y el fracaso escolar, las claves de la llamada generación 'ni-ni'

22.11.09 - 01:31 -
AMANDA SALAZAR | MÁLAGA

 

LAS CIFRAS

Datos estimativos a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2009.
Jóvenes de 16 a 29 años en la provincia: 299.585
Jóvenes activos: 92.500 de 16 a 24 años.
Jóvenes inactivos: 94.855, de los que 77.004 están estudiando.
Jóvenes que ni estudian ni trabajan: 17.851
Jóvenes que estudian y trabajan: 4.851.
Los sociólogos apuntan a la falta de motivación y de expectativas
Los sindicatos apuestan por la formación y un pacto por el empleo juvenil

Ni estudian ni trabajan ni tienen intención alguna de buscar un empleo. No lo necesitan. En casa, sus familias toleran o conviven como pueden con su inactividad. Tienen la comida puesta en la mesa, la nevera llena, Internet y teléfono para hablar con los amigos, televisión, libertad horaria para salir y entrar, una habitación propia donde disfrutan de intimidad e incluso una paga semanal para salir de fiesta.
Son la llamada generación 'ni-ni' y en Málaga son ya más de 17.000 jóvenes de entre 16 y 29 años, según datos estimativos del tercer trimestre de 2009 de la Encuesta de Población Activa (EPA). Sólo suponen en 6% de la población comprendida entre estas edades y el 17% del total de inactivos. Aún así, se trata de un número significativo. Pero, ¿qué razones les han llevado a tener este tipo de vida? ¿Y hasta cuándo van a poder vivir de sus padres?
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2006 sobre la juventud europea apunta a varias claves: la escasa presión social, el fracaso escolar y la precariedad laboral. Este estudio aumenta la tasa de 'ni-nis' hasta el 14% de los jóvenes entre 16 y 24 años en España y de media pasan cinco años en esta actitud de punto muerto.
Dentro de los 17.000 jóvenes inactivos un 9% declara dedicarse a las labores del hogar, según la EPA, y un 5% aproximadamente tienen alguna discapacidad permanente. La estadística también recoge las razones por las que estas personas no intentan buscar un empleo. El 10% de los jóvenes confiesa que no están inscritos en ningún curso de formación ni en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) porque creen que no lo van a encontrar.
La crisis no ha hecho más que agravar esta percepción sobre la imposibilidad de incorporarse al mercado laboral. Así lo estima Antonio Herrera, secretario general de CC OO en Málaga. En los últimos años, explica, los jóvenes se enfrentan a un mercado laboral precario -el 95% de los nuevos contratos a jóvenes el pasado mes de octubre fueron temporales, según datos de CC OO-, sufren una gran explotación en sus puestos, con los peores horarios y condiciones, y además, se está produciendo una devaluación del valor de trabajo. «Ante este panorama, muchos jóvenes prefieren quedarse en su casa antes que trabajar en pésimas condiciones en algo que muchas veces está por debajo de su cualificación y que además no les compensa económicamente», explica.

Precariedad laboral
En este sentido, Herrera recuerda que, pese a que se trata de una de las generaciones más preparadas, estos jóvenes están en riesgo de caer en la exclusión social. «Si no se les da una oportunidad de encontrar un trabajo digno, se les está empujando a la marginalidad, a la frustración; se arriesgan a perder el nivel de vida en el que han vivido con sus padres, por no hablar de que se alarga su dependencia económica con la imposibilidad de emanciparse por el alto coste de la vivienda», opina.
Lo mismo indica Cristina Alamán, secretaria del Área de Mujer y Juventud de UGT. «Hay tres parámetros que nos indican que los jóvenes han perdido las expectativas de futuro: por un lado, a los que se les dan bien los estudios, alargan el periodo de aprendizaje con nuevas carreras, másteres o cursos de cualquier tipo; por otro, los que trabajan no aspiran ya a independizarse, siguen dependiendo de sus padres porque sus contratos son inestables; por otro, están los jóvenes que no quieren seguir estudiando y que miran a los que trabajan y se rinden antes de incorporarse al mercado laboral debido a las condiciones pésimas», indica.
La crisis empeora la situación. «Antes, una familia podía permitirse mantener a un hijo inactivo, pero ahora en muchos hogares hay más de un parado y es insostenible», dice. Pero, ¿qué otra solución queda? Alamán señala que los padres saben sus hijos tienen pocas posibilidades en este momento y no tienen más remedio que ser comprensivos.
Para expertos del área de Sociología de la Universidad de Málaga (UMA), no se trata tanto de coyunturas económicas, sino de la actitud de una generación que desde hace años muestra un desinterés generalizado. «Los jóvenes no están motivados y sólo viven el presente, el aquí y ahora», indican.

Falta de esfuerzo
Tampoco ayuda una educación que, señalan, ha dejado al margen el valor del esfuerzo personal y que ha ampliado la edad de escolarización obligatoria cuando hay muchos jóvenes que no quieren estudiar y que rendirían más en la formación profesional. Según los últimos datos, el índice de fracaso escolar en Málaga, es decir, los jóvenes que al cumplir los 16 años no terminan la ESO, está en más del 30%. «Son víctimas o agraciados de la sociedad de hoy, según se mire; muchos se han acomodado en esta circunstancia y no se dan cuenta del efecto que puede tener en sus vidas», señalan.
Para la coordinadora provincial del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) en Málaga, Alicia Murillo, se trata de un problema de educación del que es responsable toda la sociedad. «Esta cuestión sólo afecta a una minoría y la tónica dominante es que jóvenes son activos, luchan por formarse y buscarse un futuro; pero aún así, desde todas las instituciones debemos luchar junto a la familia y el entorno para apoyar a estos jóvenes que andan un poco perdidos y darles una alternativa», indica.
Murillo indica que, a través del Centro de Empleo Joven del IAJ se han dado cuenta de que los jóvenes tienen ahora tantas opciones que muchas veces se pierden. Por eso, la orientación laboral y formativa es una pieza clave. «Las consultas sobre empleo y autoempleo aumentaron hasta septiembre hasta un 15% con respecto a las atendidas durante todo el año 2008 y el 45% de los talleres del programa de formación se dedican a cursos de habilidades sociales y emocionales, porque la actitud es vital a la hora de afrontar la vida o una entrevista de trabajo», asegura.
Los sindicatos apuestan por un pacto por la educación y el empleo. «No podemos mantener a adolescentes de más de 30 años, hay que intentar que los jóvenes se sigan formando», indica Alamán, de UGT. «Debemos cambiar un modelo productivo que está golpeando a jóvenes, mujeres e inmigrantes», señala Herrera, de CC OO. Murillo insiste en que queda esperanza: «El 94% sí están estudiando, trabajando o ambas cosas a la vez; quiero creer que la mayoría de los jóvenes son luchadores», dice.